La palabra círculo viene del latín circŭlus, que es diminutivo de circus que significa «cerco», es una figura geométrica, una superficie plana limitada por una línea curva, al mejor estilo del Primer Círculo novela del escritor ruso Aleksandr Solzhenitsyn, ganador del Premio Nobel de Literatura (1970) ,en cuyo texto describe las “islas paradisíacas» del Gulag vistas como el destino de los científicos que reclutaba el gobierno soviético de los campos de concentración, con el propósito de que trabajaran en proyectos de ingeniería considerados estratégicos en aquella época. Esta es la trama que utiliza el autor para presentarnos a la maltratada clase intelectual y científica de la época de la posguerra. También, “El Primer Círculo” es una alegoría del infierno dantesco descrito en la Divina Comedia relacionada con el limbo; donde Dante Aligheri se encuentra con las almas de los no bautizados, de los paganos virtuosos y de aquellos que vivieron antes de la época de Cristo; figuras helenísticas y romanas, así como eruditos islámicos y nobles.
Así pues, “El Primer Círculo” era el lugar de destino de los intelectuales y científicos de la década de los años sesenta y si extrapolamos ese caso a nuestra realidad intelectual, laboral y personal, donde todo tiene un principio y un final, llegamos a la conclusión que el estudio , el crecimiento personal y el deseo de superación, la mayoría de las veces se ve desplazado por el entorno social y económico; quizás sean los imperativos de productividad o de rentabilidad de nuestras sociedades. Sumado a ello, es necesario añadir la ausencia física de médicos especialistas de gran trayectoria (Maestros), o de tantos otros que por razones ya conocidas se han visto obligados a dejar de trabajar en hospitales, en ambos casos, llevándose consigo la experiencia, enseñanza, el ejemplo de dedicación; situación esta que torna imperativo exigir a las nuevas generaciones que estudien y se preparen mediante el inicio de un proceso de certificación de su respectiva especialidad.
En este contexto, insistimos, resulta una prioridad por parte de cada sociedad cientifíca, exigir que un médico demuestre los conocimientos y habilidades para ejercer en su área especializada de la medicina, garantizando de esa manera que los especialistas mantengan un alto nivel de competencia, y al mismo tiempo, su compromiso y dedicación a la atención de sus pacientes.
Así como Gleb Nerzhin logra salir de la “sharashka” o Innokentii Volodin descubre que sus creencias arraigadas están fallando y necesitan ser reemplazadas o como Dante Aligheri que entra y sale del infierno guiado por el poeta romano Virgilio y llega a “El Paraíso” que representa el saber y la ciencia divina, el cirujano oncólogo o cualquier médico especialista debe continuar formándose de manera permanente para no quedar encerrado en la “sharashka” y lograr salir de “El Primer Círculo”.